domingo, 31 de octubre de 2010

Boca del Metro

Hoy he tenido un día muy indignante. En primer lugar porque tengo que pasarme el fin de semana de Halloween, que se supone que debería ser fiesta+fiesta+fiesta, empollando. Ah, que no os he contado por aquí el tema de Botín. A ello voy, que hoy vengo con ganas de gresca en forma de mega-post.

Pues resulta que este año en la carrera tenemos un profesor anónimo (al que no voy a nombrar directamente de ninguna forma, dado que el viento se lleva las palabras pero no los blogs) al que llamaremos Botín. No porque sea un pirata, sino porque sus habilidades con el inglés son equiparables a las del director del Banco Santander (y por muy sorprendente que resulte no exagero un ápice). La cosa es que Botín nos manda actividades que, como claramente nos explicó, no corregirá salvo que tenga algún tiempo para hacerlo. Además nos avisó que no explicaría más que lo que diera tiempo, y que si no entendíamos algo era cosa nuestra. Y pronto tenemos examen, por lo que figuraos cómo están los ánimos por la UAH. Decir "estamos que trinamos" es adornarlo todo mucho para quitarle varias toneladas de hierro.

Pero ese no es el caso. La cosa es que hoy me han empaquetado a mis primos. Esto no es nada del otro mundo, dado que estoy acostumbrado a estas cosas así repentinas. El problema surgido consiste en que, dado el problema del examen propuesto por Botín, me ha sentado relativamente mal. Es decir, que estoy con el modo nazi encendido. Porque si yo digo que no quiero ir a comer a X sitio porque tengo que empollar, creo que se deja entrever el mensaje implícito de "tampoco quiero que me traigáis X sitio a casa". Pero debo equivocarme, por lo que se ve, y a las 6 me he encontrado con mi primo por aquí rondando. He de decir que no me ha molestado demasiado, no puedo estar nazi porque sí. Pero la frustración de no saber qué más repasar del temario junto a que me aburría como una ostra, han llevado a que le dejara pasar a la habitación a conectarse al Tuenti, al Habbo y a esas cosas que hace él en su casa.

Maldita la hora en que lo hice.

Expongamos los antecedentes. Este muchacho es un onceañero que apunta maneras de cani. Collages con fotos reshulonas, influencias musicales barrieras (es decir, sólo escucha el Barrio) y un fanatismo incondicional por los toros. Ejem. Igualmente, mi padre es muy aficionado a los encierros, y no os voy a engañar. No me molesta en absoluto que de vez en cuando cuente las batallitas de cuando él iba a los encierros de todos estos pueblecitos de Guadalajara cuando era joven (y no tan joven). Él disfruta corriendo delante de un toro en las calles de un toro y yo sufro viendo cómo lo apuñalan en la plaza. Nuestras opiniones no entran en conflicto al estar los dos en contra de que maten al toro en la plaza, por lo que el tema no suele ir mucho más allá de "son unos hipócritas hijos de puta" y "para correr delante de un toro sin banderillas hay que tenerlos cuadraos".
Pero mi tío, y por ende mi primo, son de los que van a la plaza a ver cómo acribillan a un toro a puyazos y cómo lo despedazan y se lo comen después como costumbre del pueblo.

Teniendo en cuenta que durante el curso anterior me pasé dos semanas buscando los argumentos más comunes de los pro-taurinos para refutarlos (no es porque lo hiciera yo, pero la cosa es que dejé poca cabida para réplicas), pues no me hace mucha gracia que, por leer un comentario de un anti-taurino en un video de Youtube diciendo "ellos se lo buscan, muchos toros mueren y nadie llora por ellos" (el video era de la muerte de no-se-qué torero), digan "vaya desgraciados subnormales". De verdad, no me hace ninguna gracia, y de hecho me mosquea bastante. No me molesta su opinión, de verdad. Vale que la mía no resulta letal para nadie, pero sé que iniciando el debate no llegaría a nada en absoluto aun llevando las respuestas preparadas, por lo que sería absurdo contradecirles. Pero si yo pienso que los pro-taurinos son unos sádicos hijos de perra, no lo voy soltando en cualquier reunión social, porque a lo mejor ofendo a alguien cuya opinión al respecto desconozco.

¿Acaso hemos frivolizado el concepto de vida hasta el extremo de poder decidir cuándo algo merece o no merece vivir? ¿Por qué las luchas de gladiadores son aberrantes y no lo es el toreo? ¿Sólo que el toro no sea una criatura racional le exime del derecho a la vida? ¿Acaso ya no diferenciamos lo que es la muerte lógica de la muerte innecesaria (un cerdo forma parte de la cadena trófica, su muerte dista mucho de ser por entretenimiento)?

Y lo que más me indigna es tener que tragármelo porque sí, para no buscar camorra. De verdad, me supera. Y más teniendo en cuenta que me he pasado dos semanas buscando argumentos lógicos, sólidos y comprensibles para refutar cualquier argumento que defienda el ritual que supone meter a un toro en el ruedo y apuñalarle, lisiarle y finalmente matarle. Desde el "es un arte muy noble" hasta el "el animal se cría sólo para morir en el ruedo", pasando por el "el toro disfruta muriendo con honor en el ruedo" (aún no he logrado entender qué puede saber un toro de honor, que es una cualidad creada por el hombre).

Tener que callarme sabiendo que llevo la razón me saca de mis casillas a todos los niveles posibles. Porque yo, que me he criado viendo a los toros pastar en la dehesa, no logro comprender por qué alguien querría matar al toro, y no puedo sino recurrir a una breve cita de Antonio Gala con la que me identifico.

"Y de repente miró hacia mí. Con la inocencia de todos los animales reflejada en los ojos, pero también con una imploración. Era la querella contra la injusticia inexplicable, la súplica frente a la innecesaria crueldad".

1 comentario:

Sherab dijo...

El año que viene tenemos que celebrar Halloween como dios manda (I hate translation theory).
Pues no se que decir, a mí me hizo mucha gracia oír las chorradas que decían mi abuelo y mi tío en defensa de los toros (mola porque hacían combos de paridas jodidamente letales). Cosas como "¿por qué mezclar la ética con los animales? si no sienten" o "si hay muchos toros a los que indultan por su bravura" (a lo que mi primo contestó a su padre "¿ah si?¿cuántos?" y tras un breve silencio repitieron el mismo argumento).
En fin, es lo que hay, si la gente no quiere cambiar no lo va ha hacer, por mucho empeño que le pongas.