Bienvenidos una vez más a una de esas entradas infinitas que nadie termina de leer y que cansan un rato. Avisados quedáis.
Todo comenzó una oscura, negra y nocturna noche de agosto en mitad de London City, provincia de Cuenca. Tras un "aburrido" viaje de avión junto a Alicia, que despellejaba mis manos con sus uñas, y combatiendo contra Rob y su
gyarados, del que mi
manectric dio buena cuenta.
Pues eso, tras dos horas y pico de observar nubes bajo el avión, empezamos a atisbar barquitos iluminando el agua del canal de la Mancha, y finalmente llegamos a Gatwick, aeropuerto infernal. Una señorita con cara de castor amorfo nos da la bienvenida pidiéndonos el DNI.
Anécdota: Rob declarándole su amor a Luis, pasa un señor negro al lado y le dice "I love you too" mientras la señora-castor se ríe. Se ríe como un castor, por supuesto.Cogemos un tren que va directamente desde Gatwick al corazón de London. Hasta aquí bien, un viaje normal. El drama llegaría cuando tuvimos que andar desde la estación de Victoria hasta Queensway a pie, muertos por el viaje y con las maletas a rastras. Podría parecer un viaje nimio, pero... no.
Aquí tenéis la ruta que seguimos, 58 minutos a pie.
Nos Me tocó llamar al señor del hostal para decirle que llegaríamos un poco tarde, y entre que él
hablaba un inglés de mierda estaba dormido y yo también, pues no le entendí muy bien lo que me preguntó, le di el nombre de Rob ("sorry, I don't speak Spanish" "Ro-ber-tou"), dije que yes yes y colgué.
Anécdota: Sandra tenía hambre, y a 20 metros del hostal cruzó la carretera corriendo y gritando "¡COMIDA!" para acabar comiendo un bocata de pepino.Tras no entender (de nuevo) al chico de recepción, pagar un pastón de golpe y que Sandra accidentalmente robase todas las llaves del hostal, pudimos subir, medio destruidos, a nuestra planta. Finalmente llegamos a nuestro habitáculo, con cuidado por si había algún guiri durmiendo, pero como no lo hubo pues nos instalamos como nos dio la real gana. El que más lo hizo fue claramente Luis.
He tapado la cara para mantener su anonimato, pero he tratado de reproducirla de la forma más exacta posible.
Al caso. Dormimos muy bien esa noche y al día siguiente nos fuimos a dar un garbeo, aprovechando el primer día. Nos dirigimos a Piccadilly Circus, donde vimos todo el panorama y todo muy bonito sí vámonos. Vimos una tienda de deportes enorme con cascos en oferta, Alicia y Sandra compraron unos helados. Pues eso, nos fuimos. Acabamos en Green Park, un parque muy bonito con un paseo en memoria de Lady Di, y con patos y ardillas y palomas. Muchas palomas.
Demasiadas palomas. Pero eso sí, los patos y las ardillas muy graciosas.
Y tras el paseo por Green Park, acabamos en las salas de guerra de Churchill, o lo que es lo mismo, las
Churchill War Rooms.
Andando un poquito más llegamos al Big Ben, pero como no nos apetecía verlo tan pronto y de casualidad, pues nos desviamos y seguimos por una calle sin saber a dónde nos llevaría. Bendita sea la
Oyster Card. Avanzando avanzando vimos la casa donde vive el primer ministro inglés, que ahora no sé quién es ni me importa. Pero antes vivía ahí Tony Blair, que era muy simpático. Llegamos finalmente a Trafalgar Square. En ese sitio se supone que, si permaneces durante una hora, te encuentras a alguien conocido. Pero como a los quince minutos no aparecía nadie, nos aburrimos y nos fuimos. También nos influía la idea de que, dado que odiamos todos a mucha gente, encontrarse a alguien podría implicar a alguien que nos cayera mal. Además, la fuente olía mucho a cloro, y daban ganas de bañarse... al menos por el olor.
Acabamos el día visitando Covent Garden, pero era un sitio muy guay, lleno de tiendas y sitios de tapeo (o al menos su equivalente inglés).
El día siguiente toca visitar museos, para empezar guay. Básicamente porque es lo que más nos llama la atención. Planeamos visitar en primer lugar el British Museum, y por la tarde el Natural History Museum. Debo decir, antes de empezar, que este sitio me parece tremendamente guay. El museo británico es un sitio de visita obligada si pasas a menos de 1000 kilómetros. O de 3000. O lo que sea, da igual, cualquier persona que se digne a considerarse humana debe pasar por ese museo (el billete de cero rupias con la cara de Gandhi junto a la moneda de Harry Potter me parece demencial).
Tras acabar esta impresionante visia al museo, nos planteamos si volver al hostal a comer o comer algo en la zona del museo británico y dirigirnos directamente al de historia natural.
Anécdota: A la salida del museo británico me comí el mejor perrito caliente que he probado en la vida.Éste estaba todo lleno de dinosaurios, animales disecados y demostraciones de cómo funciona el ser humano. Todo muy natural, desde luego.
Tras esta dura jornada de museing, nuevo verbo creado por mí ahora mismo, decidimos regresar al hostal a dormitar. Bueno, o mejor dicho, a hablar y acabar durmiendo horas y horas después.
The next day decidimos visitar el palacio de Westminster, por eso de que es el parlamento inglés y lo habíamos dado en historia, y dar un garbeo por la zona. Cogimos entradas para la visita guiada, y como no quedaban en español (y qué demonios, habíamos ido a aprender inglés) las cogimos en inglés... la pega: las cogimos para las 16.00 y eran las 11 de la mañana. ¿Qué hicimos? Irnos a ver el Tower Bridge (a.k.a. el puente de la Momia) y la torre de Londres.
Vemos por fuera la torre de Londres, comemos un perrito caliente que ni fú ni fá... paseamos por la orilla del Támesis viendo ejecutivos haciendo footing (
jogging en inglés; ojo, no
to do jogging sino sólo
jog, jogging). Vimos la catedral de St. Paul y, cuando se acercaba nuestra hora de volver a Westminster... cogimos el metro y volvimos.
La visita al palacio no tiene fotos, pero la señora que nos hizo la visita tenía un inglés muy correcto y era muy simpática, por lo que lo entendimos todo perfectamente y además nos lo pasamos bien. La señora nos hizo un guiño al referirse a los frescos de la batalla de Trafalgar presentes en una sala, y desde ahí nos tuvo ganados. Fue una visita muy guay. Pero más guay fue después, cuando regresamos al hostal. Dado que llegamos relativamente pronto, disponiéndonos a dejar las cosas y dar otra vuelta antes de cenar, nos encontramos un elemento mágico recién introducido en la habitación.
...
Una maleta.
*Inserte foto de una maleta negra muy tocha*
La cosa es que la habitación era de seis, y nosotros éramos cinco. Ergo, algún día por fuerza nos enchufarían a alguien. Pero confiábamos en que no lo hicieran, y lo hicieron. Sandra auguraba que sería un chino, y Rob que sería una europea del este, rubia y escultural.
Ganó Rob. Se llamaba Isabel, era alemana y estaba de paso a Cambridge, donde estudiaba su novio (FAIL). Durmió encima de mí... (en la litera, cerdos)... y al día siguiente no volvimos a saber de ella. Este día fue dedicado a visitar las zonas aparecidas en Sweeney Todd, a petición expresa de Sandra. Dado que Rob y Luis se fueron a ver cosas de fútbol y deportes varios, Alicia, Sandra y yo cogimos entradas para el Madame Tussaud's para por la mañana y nos dirigimos a Fleet Street a verlo. Tamaña fue mi sorpresa al ver que cerca de Fleet Street se encontraba la iglesia del Temple. Dado que no teníamos nada que hacer... pues a buscarla. Estaba escondida entrando a través de un jardín, y decepcionantemente estaba cerrada hasta el día 13 de septiembre, por lo que no pudimos verla... cabizbajo yo, nos dirigimos hacia la estación correspondiente para llegar al museo de cera de la señorita Tussaud. Sólo me animó un poco cierto cartel.
Vimos mucha gente famosa bien hecha, mucha gente famosa mal hecha, y en general vimos mucha gente famosa. Hasta vimos gente torturada y gente muerta en forma de cera. Expresaré la visita en forma de fotos, como llevo haciendo toda la entrada (la última se la dedico a Copépodo, con mucho Hamor, que me la hice para incluirla en la entrada y dedicársela
[Edit: vale la última no, que es la de Hitler; dado que Blogger las ha ordenado como le ha salido de ahí, dejo claro que evidentemente me refiero a la de Darwin]):
Ese día comimos no recuerdo dónde y, como empezó a llover según salimos del museo... nos volvimos al hostal y nos mimetizamos con la fauna del local. De entrada os explicaré que aquello era como un capítulo de Friends, o de Cómo Conocí a Vuestra Madre. Cada día había aventuras y cosas, y los personajes eran de lo más variados:
-Sad Rasta: era un chico rubio con rastas que siempre llevaba el mismo bañador. Llevaba gafas y su dieta se basaba en cerveza a todas horas. Se encargaba de limpiar las habitaciones algunos días, y por la mañana leía libros (¡¡en inglés!!).
-Uñas: era un señor medio calvo y con barba que pasaba por poco la treintena. Llevaba las uñas pintadas de colores fosforitos, y se encargaba de que los chococrispis y la British leche no se acabasen durante el desayuno. Su dieta se basaba en cerveza a todas horas.
-El de la primera noche: le llamamos así porque en realidad no le volvimos a ver más que alguna vez ocasional dando vueltas por el hotel. Iba siempre de negro, y hablaba un inglés de mierda. Era un chico medio vampiro porque de día no aparecía salvo cuando olía el alcohol que bebían los demás.
-La chica maja: la chica que nos atendía por las mañanas, que nos sugería paradas de metro y rutas baratas y cortas para los sitios que queríamos visitar. Era muy maja y hablaba un inglés muy guay. Tenía pearcings y además estaba casada con Rastas2.
-Rastas2: marido de La chica maja, apareció un día de repente por la puerta y desapareció. No supimos más de él.
-La del trabajo y el del trabajo: la tarde en la que he detenido el relato para contar los escabrosos detalles de esta gente, el del trabajo iba a ir a una entrevista de trabajo, pero no fue porque no le salió de la chorra. La del trabajo consiguió trabajo dos días después y, mientras bajábamos a cenar, nos lo gritó muy contenta y nosotros la vitoreamos. Eran pareja y eran muy majos.
-Gaygentino: un señor que estaba por las tardes, un poco feo y que auguramos sería gay. Un par de días más tarde lo escuchamos hablar un más que decente español argentino tras haber dicho que era gay en voz alta. Era bastante feo.
Que yo recuerde no había nadie más en el hostal que mereciera ser citado. Esa tarde, vagueando en la Sala Común
de Gryffindor del hostal, nos pusimos a ver una peli, que acabó siendo la de Los Simpson. En inglés, claro. Finalmente nos fuimos a dormir y conocimos a nuestra nueva compañera de habitación.
Esta vez se trataba de una chica iraní que vivía en San Diego. Sandra casi colapsó al oír de dónde venía la muchacha, y estuvieron a punto de intercambiar mails o algo, porque Sandra quería sitio en San Diego y la chica en España. Pero se ve que el jet lag le dio diarrea cerebral, porque no apareció hasta las 5 de la mañana.
El antepenúltimo día de nuestra estancia, tras haber despertado ruidosamente a nuestra amiga californiana, planeamos visitar Camden por la mañana y Harrods por la tarde. Así que hacia Camden nos encaminamos, y vaya. Sólo puedo decir: vaya. Ese sitio mola. Es un mercadillo INMENSO que ocupa una calle principal y varias calles perpendiculares a ésta, todo con tiendas de camisetas guays, zapatillas guays, discos guays, alfombras y mantas guays, y hasta comida callejera guay (enfermedades venéreas no incluidas). Las fachadas de los edificios impresionan de lo que molan, y es una zona con gente muy variopinta.
Pero como nosotros no somos demasiado de mercadillos, pues a media mañana ya no teníamos mucho más que ver en Camden, por lo que nos dirigimos a Harrods.
Sobre éste otro lugar sólo puedo decir que: joder. Es el sitio más horriblemente snob, pijo y exageradamente corteinglesero que haya podido ver nunca. De hecho, dudo que ninguna mente mortal sea capaz de idear jamás nada que supere a Harrods. Si vais a un Corte Inglés en chanclas y bermudas, os mirarán un poco por encima del hombro, pero nada más. En Harrods, suponiendo que os dejen entrar, os llevarán al sótano y os fusilarán para meter vuestros restos en ácido.
De verdad, es un sitio horrible, al igual que es horriblemente caro e innecesario.
Al volver al hostal regresamos a la sala común y nos enganchamos a una serie británica: The Inbetweeners. Consta de dos temporadas de 6 capítulos cada una, y va de un chico muy pijo y formal que entra en un instituto público tras divorciarse sus padres... y por ser popular se acaba juntando con los tres chicos más subnormales del instituto. Pero subnormales profundos. De verdad, una serie genial. En una tarde nos vimos la primera temporada entera, y conocimos a nuestra nueva hamija de habitación por la noche. La chica entró con miedo por si estábamos dormidos, pero en realidad nos estábamos haciendo los dormidos y eso para espiarla. Era una chica alemana cuyo nombre no recuerdo y había quedado allí con sus amigos, en Londres, pero uno había tenido un accidente y estaba en el hospital. Sabe Zeus qué más habría en la vida de esa chica.
El penúltimo día en Londres fuimos a ver el Buckingham Palace... pero a mí personalmente me pareció muy palacio real. Es decir, que no es nada que no tengamos nosotros aquí, así que nos aburrimos y nos fuimos por ahí. Pasamos desde allí al barrio chino, que también era un poco innecesario. Y acabamos finalmente en Whitechapel, donde tuvo lugar toda la movida de Jack el Destripador. Pues bien, también era un poco innecesario porque no había nada haciendo referencia al colega Jacobo Sacatripas. ¿Qué hicimos? Regresar a la sala común y ver El Caballero Oscuro, también en inglés, mientras adorábamos al Joker de Heath Ledger (adorábamos, y Sandra orgasmeaba). Y bueno, aquí casi es un poco decadente nuestro paso por Londres.
El último día estuvimos comprando souvenirs (me traje una toalla del metro de Londres, un cenicero con la bandera, unos calzoncillos con el plano del metro para mi padre, una bandera, una camiseta para mí, otra para David2 y dos llaveros del
Mind the Gap que da nombre a la entrada), paseando por un centro comercial que teníamos al lado del hostal... y saciando nuestra vena consumista en un HMV. Esa es una tienda tipo Fnac, pero que a mí me gustó mucho más. Variedad de películas, libros quizá pocos, y música y videojuegos por un tubo. Me traje tres discos (dos de Paramore y uno de My Chemical Romance) y un par de libros (Where's Bin Laden, como el de Wally pero de Bin Laden; y F*ck My Life, el libro de la web inglesa equivalente a nuestro Ascodevida). Ese día también comimos pronto y volvimos al hostal a hacer las maletas y prepararnos para volver a España al día siguiente, a primera hora de la tarde.
La mañana del lunes que volvimos a Madrid fue mítica.
Legen... espera un momento... dario. En esa mañana hicimos todo lo que nos había quedado pendiente durante la semana. Paseamos un rato por Hyde Park, que estaba a dos minutos a pie desde el hostal. Sandra huyó horrorizada de las avispas mientras nosotros observábamos con mirada entrañable. Nos dirigimos a King's Cross a ver el Andén 9 y 3/4, que en las películas es el que está entre el 3 y el 4, pero el que nosotros vimos está realmente entre el 9 y el 10.
Fuimos a Notting Hill (que no Nothing, es Notting) y paseamos, vimos un mercado popular muy gracioso, con señoras vendiendo fruta, zapatos, bragas... lo tradicional, oye. Vimos un barrio de refugiados de la Guerra Civil española, con mural y todo.
Y como el metro más cercano estaba cerrado... cogimos el bus hasta Marble Gate para volver al hostal y comer (que nos habíamos quedado con las ganas de montar en un bus de dos plantas). Nos volvimos a Victoria, de ahí a Gatwick, y al final volvimos a coger, tras un retraso de tres cuartos de hora (no nos podemos quejar), el avión a Barajas. El vuelo fue tranquilo, exceptuando la zozobra de Alicia durante despegue y aterrizaje, y me dediqué a pasarle a Alicia bichos tochos a su partida nueva de Pokémon.
Se me hizo raro oír de nuevo a la gente hablar en castellano.
Y aquí termina mi travesía por tierras anglófonas, siento haberos traído este verdadero peñazo de entrada que me ha costado tres horas escribir. Más os vale leerlo, malandrines.
Pd: He omitido el dato de la calidad culinaria, dado que aunque un Long Chicken, allí conocido como Chicken Royale, es igual en cualquier Burger King; y además, cuando no comíamos en el Burger King, nos veíamos obligados a acudir al Tesco y el Spar, equivalentes londinenses del Ahorramás y el Día, dado que no había nada más que eso a lo que se pudiera llamar "comida". Salvo el perrito caliente del British Museum y el día que fuimos a cenar pizza al sitio de la pizza de la esquina, que estaba bien buena.
Ppd: Las Lays allí se llaman Walkers. Tienen Coca-cola de sabor a cereza y el metro llega en seguida.