viernes, 21 de mayo de 2010

Drake

Hoy me ha salido una vena que hace tiempo que no salía... la escritora. Y ha salido este engendro. Que os sea leve.

El joven se volvió y miró a su padre extrañado, pero éste se limitó a sonreír cariñosamente. Se resignó a seguir esperando que algo sucediera de repente. Lo único que fue capaz de pensar fue “tengo calor”. El sol brillaba poderoso en el cielo, haciéndole sentir aún más pálido de lo normal. Cerró los ojos y levantó la cabeza, exhalando un largo y profundo suspiro. Seguía teniendo calor, por lo que su cuerpo comenzó a transpirar. Movió la cabeza suavemente, relajando el cuello, y volvió a suspirar. Se sentía estúpido bajo el sol, con su padre tras él observando cómo el tiempo pasaba en vano, cómo la inexistente brisa se hacía de rogar. Aburrido de estar quieto, sacudió ligeramente los brazos mientras sentía cómo le dolía la espalda de estar de pie. ¿Cuánto tiempo más debería pasar para que su padre se diera cuenta de que no había nada que ver? Volvió a emitir un suspiro, esta vez más profundo y largo, y sintió la imperiosa necesidad de estirar las piernas, que estaban quedándose dormidas.
Entonces, súbitamente, un escalofrío, una descarga sacudió su columna y le hizo estremecerse por completo. Las piernas le fallaron y cayó al suelo de rodillas. Sentía todo el fuego del sol ardiendo sobre él, y deseó frío, refrescarse, sofocar aquel calor, pero por primera vez una idea apareció, sutil y diminuta, en su mente. Fuego. ¿Y si en vez de más frío quería más calor? En un primer momento se horrorizó ante la visión mental de una pila de huesos carbonizados, aún en ascuas, pero lentamente algo de aquella grotesca composición le comenzó a resultar atractivo. Se aclaró la garganta ruidosamente, pero el sonido grave y estridente que emitió le indicó que algo sucedía. Quizá su padre no estaba equivocado y había algo que luchaba por escapar. Un dolor punzante surgió en su cerebro, destrozando cualquier pensamiento que pudiera aparecer, y sintió la necesidad de gritar. Pero en vez de ello, lanzó un rugido agónico a aquel fuego que brillaba en lo alto…

Derek, más conocido en otros lugares como Derakgos, no podría olvidar jamás el orgullo que sintió al ver la verdadera forma de su hijo Drake, con las escamas azul eléctrico centelleando bajo el sol de julio, surcando el cielo por primera vez en su vida.

1 comentario:

Naminé dijo...

Cada día escribes cosas mas raras chico... haztelo mirar..