miércoles, 29 de septiembre de 2010

Suerte

Hay cosas que no son posibles en la vida. Muchas, más de las que nos gustarían. Entre ellas se encuentra el establecer monólogos filosóficos en la web de una revista. Más que imposible es poco factible, dado que la gente pasaría completamente. Pero de ahí a simplificar las cosas hasta estos extremos hay un paso.

La suerte. ¿Depende todo de ella o depende del sudor de nuestra frente?

Creo que la gente que cree en la suerte es ingenua, bastante más que la que cree en una deidad. Creer en una entidad metafísica inteligente y subjetiva me parece absurdo, pero creer en una propiedad como la "suerte" me parece aún peor, aunque ahí ahí andan. Es una forma nefasta (como todas) de superstición. La suerte no existe. No es que yo no crea, o que no se pueda demostrar pero esté ahí. No existe. Lo que llamamos suerte no es más que una de dos: o casualidad o causalidad. Y generalmente tiende a ser más de la segunda.

Cuando uno se encuentra un billete de 20€ en el suelo, no es la suerte. La suerte sería si la fuerza mágica e invisible presente en un trébol de cuatro hojas o de una herradura hubiese robado forzado al billete a salir del bolsillo de alguien y a caer al suelo, haciéndose invisible para que nadie lo encontrase antes que el portador de los objetos mágicos. Aceptando esta premisa podemos aceptar también que el Sol lo mueve un señor montado en un carro tirado por caballos. Podemos decir que ha sido una coincidencia de acontecimientos sin motivo aparente, o podemos pensar que ha sido cosa de un bolsillo roto, un billete mal metido en el bolsillo o un dueño despistado. Esto a su vez nos llevaría a otra causa, como por ejemplo ir pensando en cualquier otra cosa, o llevar prisa, etc.

Cuando te despiden en el trabajo no es que tengas mala suerte. Es que no das la talla, o que la empresa va de culo, o que al jefe se le ha puesto entre ceja y ceja meter a su prima la del pueblo y para eso te tiene que echar a ti. Esto no es suerte, es causalidad. La causa del despido son las acciones o decisiones de otras personas o de nosotros mismos. Lo cual no significa que poniendo empeño en la vida se pueda conseguir todo, porque como digo, la causa son las acciones o decisiones de otras personas además de las nuestras. Aunque se le ponga empeño a aprender hebreo antiguo, si a los profesores no les da la gana enseñarte estás un poco jodido. Muchos de los que leáis estas líneas podéis pensar en ejemplos de vuestra propia vida donde por mucho empeño que pusierais no ibais a mejorar vuestra "suerte".

Creer que llevar una buena camisa o ponerte tus calzoncillos preferidos puede inferir en lo que te vaya a pasar es ridículo per se. Lo que hace falta para triunfar en la vida no es centrarte en un camino y ponerle empeño, ni llevar colgada del cuello una herradura vieja. Ni casarte de azul, viejo y prestado. Ni sacrificar una cabra o un R.V.

Lo único que hace falta es una buena dosis de realismo y sentido común para saber aceptar que no siempre se puede triunfar en la vida. De esta forma podremos buscar soluciones o alternativas para alcanzar la meta, o bien plantearnos una que esté realmente a nuestro alcance.

Pd: Además me gustaría matizar que si sois usuarios recurrentes de la palabra "suerte" en cualquier expresión, no hace falta que os deis por aludidos. Hablar de suerte y creer en ella son cosas diferentes.

3 comentarios:

Rachel Black dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rachel Black dijo...

Me parece coherente pero la gente siempre necesitamos creer en algo. Aunque sepamos en el fondo que no sea cierto, necesitamos aferrarnos a algo, ya sea la suerte o el destino, o la voluntad del universo en su esplendor XDDD. Está bien lo que pone ahi, aunque eso ya depende de quién lo mire.

Sherab dijo...

VIVA APOLOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!